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Saludos y agradecimientos
Queridos paisanos, buenas noches a todos y muchas gracias por acompañarme esta noche tan importante para mí. Permitidme, al inicio y para ser justo, unas breves palabras de agradecimiento. Gracias, en primer lugar, a la Junta Directiva de la Real Cofradía del Stmo. Cristo del Consuelo y, en particular a su Hermana Mayor, Carmen, a la que debo, en representación de dicha Junta, su atrevimiento para invitarme hoy aquí, en el año del 75 aniversario del cuadro del Stmo. Señor del Consuelo; y a la que “culpo” de tantas noches en las que mi mente ha dado vueltas a palabras, ideas y situaciones en torno a lo que podría ser este acto, al respeto por la responsabilidad que para mí suponía, y a la ilusión de poder transmitir este mensaje a mis paisanos. Os aseguro que no conocía personalmente a Carmen, y también os aseguro que no podré olvidarla.
Gracias también a los amigos que hoy me acompañan: a los cazorleños, a los que viven aquí y a los que vienen con regularidad como yo, pero que compartimos tiempo y amor por este pueblo. No os diré más, porque a vosotros va dirigido esencialmente este pregón; a mis amigos de “Teleco”, muchos de ellos hoy aquí, que han supuesto, y lo siguen haciendo, no solo una fuente de diversión, de alegrías y penas compartidas, sino un pilar básico en mi formación y en mi confianza como persona, y una referencia esencial para mi futuro y el de mi familia. Gracias, incluso, a los compañeros y amigos de mi día a día profesional, de mi trabajo, que han querido apoyarme esta noche, curiosos seguro por conocer el porqué de mi apego cazorleño, ése con el que tanto les doy la lata diariamente.
Por supuesto, gracias a mi familia, lo más importante, a la carnal y la política, que son la misma: a mis hermanos, Pilar, José Ignacio y Choncy (que asiste desde el cielo), un apoyo y una referencia continuos, siempre cerca; a mis hijos, Ramón, Juan y Javier, ¡lo más grande!, como dicen en nuestra nueva tierra sevillana, que no entenderán muy bien por qué está aquí su padre y que son la mayor fuente de inspiración y preocupación para el futuro. También para ellos va en gran parte este mensaje, aunque les cueste aún entenderlo. Y, claro, a Ana, que está al lado, detrás y al frente de todo, aunque uno no sepa siempre reconocerlo o agradecerlo suficientemente.
Pero, además, quiero terminar estas palabras iniciales expresando mi inmenso agradecimiento a nuestro Patrón, al Stmo. Sr. del Consuelo, por permitir que los mayores culpables de que hoy yo os dirija este pregón, mis padres, Pepe y Chon, pueden ver y oír hoy parte del fruto de su trabajo. Y es que, si alguien es responsable de mi arraigo y amor por Cazorla, no son otros que mis padres: porque han sabido transmitir, de una forma natural y sin estridencias, no sólo su amor por nuestro pueblo, sino una educación que permitiera desarrollarlo desde una mirada abierta al mundo, impulsándonos a conocer otras realidades, a ser atrevidos en nuestra aproximación al exterior (muy Almansa) pero, eso sí, a hacerlo desde la sencillez y el apego a la referencia moral que nos proporcionan nuestras raíces (muy Gil). Gracias a los dos, os quiero mucho.
Además de las gracias, quiero pedir anticipadamente perdón a todos por si el contenido de este pregón no es de vuestro interés, y esperabais otra cosa, o simplemente habéis venido para acompañarme; o por si, siendo de interés, no tengo la capacidad de hacerlo ameno o entendible. Es algo que probablemente podíamos haber compartido en la barra de un bar con una cerveza y que, bueno, he tenido la oportunidad de compartir con vosotros en este escenario tan impresionante para mí. Y también mis disculpas anticipadas por si en algún momento os parezco pedante o dogmático a la hora de lanzar algunos mensajes. Son solo un punto de vista apasionado.