Formaba parte del convento de las Agustinas de las que solo queda la Iglesia, los últimos restos de su claustro desaparecieron con la construcción del vecino hotel.

Su estado actual ha sido alterado en las continuas restauraciones sufridas, no obstante, su traza es digna.

La Iglesia y el resto del desaparecido recinto, corresponden con las fundaciones monacales de Cazorla a lo largo del siglo XVII y principios del XVIII.

Tiene una planta de «salón» de una sola nave, capillas laterales y presbiterio rectangular; su bóveda es de medio cañón apoyada en pilares y sobre el altar una gran cúpula sostenida por pechinas. Los únicos elementos decorativos que presenta, son unos capiteles de orden jónico en los pilares. Los paramentos interiores se decoraron a mitad de este siglo, con copias de escenas religiosas de pinturas del Greco. También en su interior y al lado del altar, destaca la capilla del Sagrario, donde se instala la Virgen del Rosario, cubierta con una cúpula decorada barrocamente.

Como todos los templos de nuestra ciudad, sufrió los efectos de las leyes desamortizadoras, además de los catastróficos expolios y destrozos durante la Guerra Civil, por lo que su retablo y aspecto interior, son de este siglo. La Iglesia y el resto del desaparecido recinto, corresponden con las fundaciones monacales de Cazorla a lo largo del siglo XVII y principios del XVIII. En su interior hay hermosas tallas de Navas Parejo, Castillo Lastrucci… Seis grandes lienzos, copias de obras del Greco, realizados por Rafael del Real, decoran el templo. El retablo mayor es obra del burgalés Valeriano Martínez.

Cuenta con copias de cuadros del Greco que están situadas en las capillas laterales.