La popularmente conocida ermita del Ángel de Cazorla, es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad al encontrarse en el camino que unía la villa con las estribaciones de la sierra siguiendo la rivera del río de Cazorla.
Esta construcción ha estado durante estos últimos años abandonada y ha servido a otras funciones muy distintas a las del culto. Ha sido recuperada del olvido por un grupo de vecinos de forma generosa y desinteresada, presentando su aspecto actual.
Arquitectónicamente presenta una planta rectangular en tres cuerpos, cubierta con bóvedas separadas por arcos fajones de medio punto. Bóveda de medio cañón en el segundo cuerpo y elíptica en el tercero, mientras que en la parte anterior (entrada) nos muestra una impresionante bóveda «baida» de una magnifica traza de cantería (aunque en la actualidad este enmascarada por un enfoscado de cemento). Esta bóveda esta sostenida por 4 gruesos pilares circulares de buena fabrica y cerrados con paramentos de «toba».
El interés arquitectónico de esta construcción radica en el posible desarrollo de la misma. Parece ser en un primer momento una construcción abierta sobre los 4 grandes pilares y cubierta por la bóveda baida a modo de los «humilladeros» tradicionales, que servían de lugar de rezo a los caminantes a la salida y entrada de la villa y que posteriormente, tiempo después, se convertiría en una ermita bajo la advocación del arcángel, desarrollándose los cuerpos posteriores de la misma e incluyendo en el primer tramo el pequeño campanario aprovechando como soporte uno de los pilares y cerrándose este espacio por todos sus lados menos por el que pega al camino, solo delimitado por una balaustrada de madera que incluso posteriormente fue embutida en el cerramiento definitivo.