Cazorla no se entiende sin sus castillos: El Castillo de la Yedra abajo, fuerte y dominante, controlando el paso del rio Cerezuelo; el Castillo de las Cinco Esquinas arriba, en la cima del Cerro de Salvatierra, invisible para los ojos desde abajo, pero vigilando el territorio y la campiña.
Aunque no se tienen fechas exactas del primer poblamiento estable de Cazorla, es muy probable que sus orígenes fuesen musulmanes y estuvieran asociados a los castillos. El Castillo de la Yedra, con su perímetro exterior amurallado y los recintos internos, recuerda la estructura de un Hisn árabe. Del Castillo de las Cinco Esquinas, queda una parte del perímetro de la primera torre construida; posiblemente sirviera de enlace con el cercano castillo de La Iruela y conectase con las cercanas torres en Nubla o Toya para el control del valle. No obstante, la visión de ambos castillos que tenemos es totalmente castellana y medieval, aunque adaptada a lo largo del tiempo.
La conquista de la zona entre 1231 y 1240, por parte de las tropas del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada, y la toma de Cazorla y asentamiento de los soldados y colonos castellanos, modificaron para siempre el paisaje y ambas fortalezas, además de la creación de la marca toledana del “Adelantamiento de Cazorla”.
Durante los siglos siguientes, se fueron construyendo tanto la torre del homenaje que hoy destaca en el Castillo de la Yedra, como la torre de cinco esquinas -de tipo “pentagonal en proa”- que da nombre al castillo superior del Cerro de Salvatierra. Ambos fueron declarados Bienes de Interés Cultural en 1985 y el Castillo de la Yedra hoy alberga el “Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir”.
Texto de Javier Sevilla Martínez