Una de las tradiciones más bellas y antiguas de nuestro municipio es la asociada al patronazgo de la figura de San Isicio, en el mito, uno de los siete varones apostólicos, discípulos del Apóstol Santiago. Esta tradición, documentada desde el s. XVI, puede y debe ser considerada la tradición y celebración más antigua de Cazorla que hoy se conserva.
En la actualidad, la noche del 14 de mayo, los cazorleños y cazorleñas se trasladan a la cercana ermita de San Isicio, construida en el s. XVII, y, al caer la noche, comienza el traslado de la imagen de San Isicio hacia la Iglesia de San José por el municipio.
A su salida de la ermita, durante el tránsito hacia Cazorla, se prenden numerosas figuras conocidas como “caracoladas”. Para la creación de las figuras, se emplean los caparazones de los caracoles, vaciados y rellenos con un algodón empapado en aceite, los cuales se prenden en llamas formando parte de figuras que se ven a lo lejos y durante el paso de los cazorleños/as por la bajada. Diseños muy característicos son los de cruces, la propia ermita o las cerezas y espigas de trigo, representativas de San Isicio, y que porta el santo en su imagen durante el traslado.
Tras pasar la noche en la Iglesia de San José junto a la imagen de la Virgen de la Cabeza, patrona del municipio, el día 15 de mayo se produce su subida de nuevo a su ermita, en la que, tras el encierro del santo se produce el reparto de la tradicional “cuerva” a los visitantes.
Texto de Javier Sevilla Martínez